Opinión

El impacto de las videollamadas sobre nuestro cerebro

¿Por qué causan agotamiento mental al utilizarlas y qué hacer frente a esto?

Por Gustavo de Elorza Feldborg (*)

Los dos últimos años, parecen haberse convertido en interminables, muchas son las cosas que nos obligaron a cambiar, a reformular nuestras formas de trabajar, educarnos, comunicarnos y sobre todo si mencionamos las nuevas formas disruptivas en que tuvimos que organizar nuestra vida a través de pantallas.

Es innegable, el papel protagónico que tuvieron y que todavía tienen las nuevas tecnologías en las distintas esferas sociales, que configuran la vida individual y colectiva, en sociedad.

Si tenemos que coronar digitalmente a un tipo particular de tecnología, no tardaríamos en darnos cuenta que cualquier dispositivo, programa o app, que permita realizar encuentros virtuales a través de una pantalla, sería merecedora de tal distinción.

También es muy cierto, que el mundo se ha transformado, hoy vivimos y transitamos nuevas distancias a través de pantallas, lo cual ha configurado la dimensión del tiempo. En la actualidad, asistimos a un nuevo mundo que posee en espejo: su complemento virtual-digital; ya nada se escapa del paralelismo analógico-digital, donde las nuevas tendencias consolidan todo tipo de propuestas basadas en la mediación de dispositivos móviles, configurables y conectables a la Red Internet – una suerte de inteligencia colectiva que organiza y gestiona la vida de los humanos, ofreciendo agentes y componentes que proponen una alternalidad humana – tecnológica, sostenida por una cada vez mayor elasticidad cultural.

Si hablamos de las videollamadas y su impacto en nuestro cerebro, debemos entonces enfocarnos en el cerebro social – propio de nuestra naturaleza humana – diseñado para realizar distintas interacciones pero siempre cara a cara; no estamos diseñados neuronalmente desde nuestra selección natural (biológica) que permita de forma natural la comunicación “desde lo virtual”, por el contrario, éste último aspecto se convierte en un esfuerzo que involucra un gasto de energía para nuestro sistema nervioso y para nuestras neuronas que tenemos que prestarle mucha atención, aunque pase desapercibido dicho proceso (Petriglieri & Marissa Shuffler, 2020).

Por eso, se hace sumamente necesario que nos preguntemos: ¿Por qué sentimos un agotamiento mental cada vez que terminamos de realizar una videollamada?; para entender este fenómeno, debemos saber que nuestro cerebro constantemente está leyendo señales, y de ellas extrae patrones y otorga sentido, con lo cual vamos construyendo nuestro mundo subjetivo.

Nuestro cerebro, posee un sistema de activación reticular ascendente (SARA), cuya principal función es reconocer el entorno a través de los sentidos, por medio de éste, se procesan todos los estímulos, señales, que suceden a nuestro alrededor.

En una comunicación presencial cara a cara, nuestro cerebro, no sólo procesa los mensajes verbales auditivos, sino que además procesa las posturas, los movimientos, la gesticulación, esto lo hacemos de forma natural y sin que el cerebro tenga un desgaste de energía que nos lleve al agotamiento.

En cambio, en una comunicación digital por video llamada, el cerebro social no puede percibir toda la información que obtenemos en lo presencial, lo que hace que nuestro cerebro, ante los límites de la “dimensión de una pantalla”, constantemente intente una y otra vez buscar y captar esa información a la que nuestro radar social está acostumbrado, y necesita para contextualizar la comunicación, pero que no logra hacerse de ella.

Y ello sucede porque dichos circuitos sociales de nuestro cerebro no pueden procesar esa información faltante, en consecuencia, ejecutamos de forma reiterada “procesos de alternancia continua de la atención”, ya que no podemos completar los patrones de lectura necesarios, tal cual lo haríamos en una charla cara a cara y esto se complica para nuestro cerebro, aun más si en la comunicación virtual participan varias personas, a las cuales el cerebro intentará prestar atención, realizando un mayor trabajo cerebral.

Claro está, que las videollamadas se han convertido en la nueva forma comunicativa de esta “nueva normalidad”, y por ello, también es necesario que podamos utilizar no solo equipamiento tecnológico que mejor reproduzca conversaciones virtuales con su mayor desarrollo de una configuración lo más parecida posible a las vivenciadas “cara a cara”, sino que también debemos considerar todos estos factores a la hora de realizar una videollamada y “entrenar y capacitar a las personas en operar formas comunicativas virtuales”, que no concluyan en un agotamiento para quien las realiza.

Entre los aspectos a tener en cuenta, podemos sugerir en algunos casos, mantener la comunicación con la pantalla apagada, no quedarnos sentados en una misma posición, sobre todo si el tiempo que transcurre la videollamada es extenso, es decir, buscar alternar entre sentarnos y estar de pie y en movimiento, puesto que esto último favorece la creatividad y aumenta la concentración (Bueno, 2019).

También es importante, programar la duración acotada en minutos de la comunicación y ofrecer un detalle priorizado y breve de temas que se trabajarán, a fin de poder anticiparnos su continuidad en nuestro próximo encuentro sin agotar a los participantes.-

Otro aspecto muy importante al realizar comunicaciones virtuales, es acordar turnos y formas de pedir la palabra, ya que al hablar todos a la vez, el cerebro sufre un agotamiento, intentando descubrir quién es el interlocutor, queriendo procesar lo que sucede y comprenderlo, causando una gran cantidad de impulsos emocionales.

Debemos recordar también que los sistemas de videollamada nos permiten escribir mensajes vía chat en simultáneo con la comunicación, por lo tanto, debemos tener especial cuidado con este tema, ya que al escribir un mensaje, muchas veces carecemos y no comprendemos los impulsos no verbales (expresión facial, tono de voz y gesticulación), siendo esto último un factor de no comprensión comunicativa.

Por último, las nuevas tecnologías si son bien utilizadas, si comprendemos las formas de accionarlas en nuestro beneficio y sobre todo si pensamos su uso de acuerdo a nuestra constitución y configuración cerebral, podremos entonces sacarles mucho provecho.

Hoy Internet, se ha convertido en una suerte de supercerebro, con millones de conexiones digitales (máquinas y dispositivos) operadas en su mayor parte por agentes humanos que responden a una biología que comenzó hace aproximadamente unos 6 millones de años y sigue avanzando y empoderándose en complemento a las nuevas prótesis sociales y culturales que constituyen su entorno – contextual (Bartra, 2014).

Para concluir, casi todas las esferas sociales, en estos tiempos pos pandémicos, consideran que una alternativa inteligente será las formas de “interacción híbridas”, por lo tanto, las videollamadas, constituyen una opción favorable de estos tiempos, la cuestión consiste en tener en cuenta como funciona nuestro cerebro, para que su uso, no termine resultando un “mal uso”, quitando las bondades que nos trae estas herramientas.-

(*) El autor es profesor e investigador universitario, especialista en educación y nuevas tecnologías. Certificado en el programa “Líderes del Aprendizaje”, por la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard.

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